Algunos alumn@s de 1º de E.P han querido recomendarnos estos libros: Versos de colores y Mamá,¿de qué color son los besos? al final también recitan unos poemas.
Seguiremos mejorando las cuestiones técnicas en futuras grabaciones.
Un guardia civil fuera de servicio salva un bloque entero de viviendas gracias a su rápida intervención.
Castellón. Martes, 16 de julio, 18:22 horas. El humo comenzó a filtrarse por las escaleras como una advertencia silenciosa. En el tercero, el calor se hacía insoportable y los vecinos, atrapados entre la confusión y el miedo, no sabían si salir corriendo o encerrarse con toallas mojadas. Pero entre el caos, alguien mantuvo la calma.
No llevaba uniforme. No blandía arma reglamentaria alguna. Pero sí tenía lo más importante en momentos como este: instinto, determinación y un conocimiento básico de cómo actuar ante un incendio. Un guardia civil fuera de servicio se convirtió en el héroe inesperado de una jornada que pudo acabar en tragedia.
La escena se desarrolló en un bloque de viviendas de la calle San Isidro, en la capital de la Plana. Los vecinos aseguran que todo ocurrió en cuestión de minutos. Un aparente cortocircuito en la cocina de un cuarto piso provocó las primeras llamas. En apenas dos minutos, el fuego había ganado volumen y las columnas de humo comenzaban a intoxicar las zonas comunes del inmueble.
El agente, que se encontraba de visita en casa de un familiar, fue quien primero detectó el olor. No dudó. Bajó corriendo, localizó la fuente del incendio y, antes de que alguien pensara en llamar a emergencias, ya estaba actuando.
No fue una actuación impulsiva. El agente, con formación en primeros auxilios y respuesta ante emergencias, sabía que los segundos eran clave. Abrió ventanas estratégicamente, alertó a los vecinos más cercanos y, lo más importante, utilizó un extintor 3 kg que encontró en el rellano para contener las llamas antes de que alcanzaran el falso techo.
Las imágenes obtenidas por los propios residentes muestran cómo el humo ya comenzaba a cubrir la escalera principal mientras este hombre dirigía a los vecinos hacia la azotea, organizando la evacuación con claridad y temple.
Lo que muchos desconocen —hasta que la emergencia llama a la puerta— es que un simple extintor co2 5 kg puede marcar la diferencia entre una anécdota y una desgracia. Este tipo de dispositivo, diseñado especialmente para fuegos de origen eléctrico, fue crucial para evitar que el incendio se propagase a otras viviendas.
Con el extintor de CO2, el agente logró aislar el foco principal, enfriando la zona afectada y evitando reavivamientos. Es más, los bomberos, al llegar, se sorprendieron por la eficacia de la intervención previa. "Cuando llegamos, el fuego estaba controlado. Sólo quedaba ventilar", comentaron desde el parque de bomberos local.
En este punto, la pregunta se impone: ¿dónde y cuándo es obligatorio tener un extintor? La normativa española establece que los edificios de viviendas deben contar con extintores portátiles situados en puntos accesibles, especialmente en escaleras y rellanos. En comunidades con más de 20 vecinos o con garajes comunitarios, su presencia no es una opción, sino una obligación legal.
Lo que ocurrió en Castellón es la confirmación de que no se trata de simples exigencias burocráticas. Es cuestión de prevención, de estar preparados para lo inesperado. El extintor no es un adorno rojo colgado en la pared. Es, en manos adecuadas, una herramienta de supervivencia.
El héroe de esta historia, cuyo nombre no ha trascendido por discreción personal, no actuó por impulso ni por valentía irracional. Lo hizo porque estaba preparado. Porque sabía lo que debía hacer y, lo más importante, lo hizo sin esperar órdenes. Esa es la esencia de un servidor público: proteger, incluso cuando nadie lo exige.
La intervención evitó no solo daños materiales cuantiosos, sino una posible tragedia humana. No hubo heridos. No hubo intoxicaciones graves. El edificio fue desalojado de forma ordenada y la rápida actuación permitió a los bomberos centrarse en tareas de inspección y control.
Los vecinos lo saben. Y así lo han expresado. En redes sociales y en declaraciones a los medios, la comunidad del bloque de San Isidro ha agradecido profundamente la intervención del agente. “Si no llega a estar aquí, estaríamos lamentando otra cosa”, decía una residente visiblemente emocionada.
Tras el suceso, muchos propietarios han comenzado a revisar sus sistemas de protección contra incendios. La instalación de nuevos extintores, la revisión de detectores de humo y la realización de simulacros básicos se han convertido en prioridad.
Historias como esta deberían ser menos excepcionales y más comunes. Porque el verdadero escudo ante un incendio no es la suerte, sino la conciencia colectiva, el mantenimiento adecuado y la formación básica.
Es responsabilidad de todos —vecinos, administradores de fincas, empresas de mantenimiento— garantizar que los equipos estén disponibles, cargados y revisados. El extintor 3 kg en el rellano fue vital. El extintor CO2 5 kg en el armario de mantenimiento fue decisivo. Pero nada de eso habría bastado sin una persona con el conocimiento y la voluntad de utilizarlos.
La historia del guardia civil fuera de servicio nos recuerda que el compromiso con la seguridad no se apaga al colgar el uniforme. Que el valor no necesita permiso. Y que, en una sociedad bien equipada y bien formada, cada vecino puede ser el primer eslabón de una cadena que salva vidas.
Que no se nos olvide: un extintor a tiempo no solo apaga el fuego. Apaga también la posibilidad de una tragedia.