Los niñ@s de primero de EPO comenzamos a practicar los primeros pasos del juego dramático....
Ante un incendio, actuar con rapidez, claridad y precisión es fundamental para evitar consecuencias graves. Cada segundo cuenta, y conocer los pasos clave puede marcar la diferencia entre el control y la tragedia. Desde activar la alarma hasta utilizar el extintor adecuado, pasando por una evacuación segura, la preparación es vital.
En el mundo extintor, no basta con tener equipos instalados; es imprescindible conocer el entorno, identificar los riesgos y anticiparse a cualquier posible foco de incendio. Cada espacio, ya sea una oficina, un almacén o una cocina industrial, tiene características distintas que determinan el tipo de fuego que podría producirse y, por tanto, el tipo de extintor necesario. Evaluar correctamente estos factores es el primer paso para una protección real y efectiva, y para actuar con seguridad ante cualquier emergencia.
Cuando uno ve una llama, no hay tiempo para buscar tutoriales ni releer manuales. Hay que saber cómo actuar en caso de incendio antes de que el fuego esté ya lamiendo las cortinas.
Aquí no valen improvisaciones ni discursos huecos. Valen acciones concretas. Por ello, en caso de ocurrencia de un siniestro, te recomendamos:
Mantener la calma. Porque el pánico mata más que el humo.
Activar la alarma y alertar al personal.
Usar el extintor adecuado, con la técnica correcta.
Evacuar por las rutas marcadas.
Llamar al 112 y esperar instrucciones.
Jamás volver a entrar sin autorización profesional.
Todo esto debe saberse de memoria. Como el Padre Nuestro. No hay margen de error. Un paso en falso, un titubeo, y lo que era un conato se convierte en tragedia.
Aquí hay que ser finos. No todos los fuegos se combaten con agua. Ni mucho menos.
Clase A: madera, papel, tela. Agua pulverizada o espuma.
Clase B: líquidos inflamables. Espuma, CO₂ o polvo seco. Jamás agua.
Clase C: instalaciones eléctricas. Dióxido de carbono o polvo químico.
Clase D: metales. Sólo polvo seco específico.
Clase K: aceites y grasas. Extintores químicos húmedos. Nada de agua o trapos.
Lo importante no es solo saber apagar, sino saber con qué apagar. Y eso requiere formación, no carteles decorativos.
Muchos empresarios se lo piensan dos veces antes de gastar en seguridad. Pero hablar de extintores no es hablar de gasto, sino de inversión. Inversión en seguridad, en prevención y en tranquilidad.
Los precios de extintores varían según tipo, capacidad y agente extintor. Pero todos, absolutamente todos, cuestan menos que una vida humana o que una fábrica reducida a cenizas.
Además, existen planes de mantenimiento y formación que garantizan equipos en buen estado y personal capacitado. Lo que nos lleva al siguiente punto.
No basta con tener un arsenal colgado de las paredes. Si nadie sabe usarlo, es tan útil como un piano en casa del sordo. Por eso, los simulacros, las formaciones periódicas y la cultura de la prevención no son opcionales: son ley de vida.
Cada empleado debe saber su rol, cada jefe debe conocer los protocolos, y cada espacio debe estar evaluado y preparado para evacuar con seguridad.
Porque cuando llega el fuego, los segundos valen oro. Y el oro se gana con práctica.